Tras una pequeña pausa para digerir las valoraciones
recibidas se inicia el feedback a los padres. En esta reunión se repetirán de
una manera mucha más resumida las informaciones básicas proporcionadas horas
antes a los jugadores, siendo el psicopedagogo quien dirige la valoración
respaldado con intervenciones puntuales de los miembros del equipo o incluso de
los usuarios.
La actitud de los padres ha sido de siempre
de respeto y voluntad de comprender toda la información que se les ha
proporcionado. Para los padres, el programa Hélios supone la oportunidad de
conocer a su hijo en un contexto diferente, caracterizado por la socialización
con otros jóvenes con altas capacidades. Es por ello que el feedback que
reciben del equipo les proporciona conocimientos sobre su propio hijo que en algunos casos desconocían y en otros, ven reflejadas en las anécdotas que el psicopedagogo comenta conductas habituales del usuario en casa o en otros contextos.
Después de la valoración, se inicia el turno
de preguntas en el que los padres pueden preguntar libremente. Las preguntas fueron respondidas por el equipo o directamente por los jugadores,
quienes basándose en sus experiencias explicaban cómo el fin de semana
sintetiza sus conductas habituales pero que les permite darse cuenta de una
manera casi inmediata de las consecuencias de sus actuaciones y, gracias al
feedback del equipo, ver su propio reflejo, los cambios necesarios y su camino a seguir.
- ¿Qué es
el Juego de Rol? ¿Cómo se juega?
- ¿Qué
aprende nuestro hijo aquí?
- ¿En qué
le va a ayudar esto a mejorar en la escuela o en su vida social?
Este momento me asombró debido al tipo de
preguntas que los padres realizaban porque me cuestioné si realmente los padres
sabían a dónde y por qué habían traído a sus hijos.
Considerando que la mayoría de los
participantes llegaban al Programa Hélios por derivaciones de la escuela,
psicólogos privados o incluso por el consejo de un amigo que ya ha trabajado
con PsychoStratégie, no me sorprendió que muchos padres confiasen a sus hijos a
un programa para niños con altas capacidades pensando que era lo mejor para
ellos, además de ser un fin de semana lúdico diferente. Sin embargo, aunque el
psicopedagogo me había explicado que durante las entrevistas él les informa de
en qué consiste el programa, me di cuenta de que los padres no lo tenían
realmente claro.
Esto me llevó a la reflexión de que en el
contexto de la educación no formal, a menudo el público no es consciente de la
parte educativa de la actividad. Por ejemplo, cuando los padres llevan a su
hijo a un “Chikipark” no piensan que allí su pequeño va a desarrollar sus
habilidades físicas y motoras, así como ejercitar la planificación en
coordinación con su psicomotricidad para superar las pruebas y obstáculos. No.
Los padres piensan que durante dos o tres horas son “liberados” de su hijo
mientras ellos pueden hacer otra actividad, que su hijo acabará exhausto y no
se alterará en el resto de la tarde y que, con un poco de suerte, su cansancio
le permitirá dormir toda la noche del tirón.
Del mismo modo, reflexioné que a pesar de que
durante la entrevista se les informe de las actividades que su hijo realizará,
podría ser necesario algo más explícito o más informativo para resolver las
dudas y formar a los padres. El trabajo en red resulta fundamental para el
desarrollo integral de los usuarios, y el hecho de que el microsistema del
usuario no sea conocedor del trabajo realizado por su hijo o de las razones por
las cuales se ha llevado a cabo el programa, puede dificultar que los
participantes no puedan extrapolar los conocimientos adquiridos durante el
desarrollo del programa, o que en caso de necesitar ayuda/guía/consejo, los
padres no estén preparados por falta de información al respecto.
El trabajo
colaborativo entre sistemas requiere de la correcta comunicación e intercambio de información, sin
ésta se crean lagunas en la relación familia- centro lúdico/educativo, provocando
finalmente déficits en el macrosistema del usuario.